¡Hola a todos! Os voy a decir por qué
creo que soy gilipollas:
Día 28, primer tren del viaje, primer
shinkansen de mi vida, billete reservado, todo perfecto. Llego media
hora antes a la estación, desayuno y como me sigue sobrando tiempo,
me bajo al andén.
Me gustan los trenes. Eso es un hecho.
Y montar en shinkansen ha sido un sueño desde hace mucho tiempo. Por
lo que para ahorrar tiempo, me puse a mirar los trenes pasar.
En esto que llega un shinkansen al
andén, y yo pensando: “joer...qué bonito es, de verdad, rápido,
preciso, exacto, elegante, hasta el sonido que hace es bello, la
gente sube y baja de manera ordenada en este milagro del
transporte...ahora se pone en marcha, qué sonido, ¡qué sonido!”
Y el tren se va.
Bueno, ese era el tren que tenía que
haber cogido, me di cuenta 3 segundos más tarde. Perdí el tren con
el que inaguraba el viaje por quedarme contemplando el tren. Casi me
hago el harakiri allí mismo por gilipollas.
Afortunadamente, llevaba el tiempo
holgado, así que el siguiente shinkansen Asama me llevó a mi
destino sin más contratiempos =)
Contado esto, he visitado en estos días
Matsumoto, senderismo de Magome a Tsumago, Takayama, Shirakawa-go,
Kanazawa, Hikone y ahora estoy en Kyoto.
Me he encontrado desde un pueblo
conservado a la perfección como si fuera el periodo Edo (hasta sin
farolas ni postes de teléfono que lo estropeen) donde un ancianito
me invitó a pasar a su casa simplemente a que la viera por dentro, a
que me tomara algo y descansara un poco; hasta sitios tan turísticos
que parecía un zoo de asiáticos y europeos; pasando por casas de
samuráis y jardines de ensueño; todo ello sazonado con la belleza
japonesa de unas poquitas gotas de lluvia, un calor que desmaya,
naturaleza impresionante, castillos de leyenda y una gente tan amable
que merece el monumento más grande del planeta.
Estuve en un par de Guest Houses, donde
conocí a gente de Francia, Taiwan, Japón e Inglaterra, cenamos
todos juntos y me contaron experiencias muy curiosas. Sí, cada uno
tiene su historia, y que los demás te cuenten la suya propia ante un
pedazo de okonomiyaki es una gozada. Donde estoy alojado en Kyoto,
aunque el personal del alojamiento es un poquito idiota, tengo una
habitación con tatami, que sinceramente, lo amo con todas mis
fuerzas.
De cualquier manera, por ahora ha sido
una maravilla ir desde Tokyo hasta Kyoto, pasando por el Japón
profundo que pretendía encontrar en este viaje, y encima, en tren
(si es que no lo pierdo por quedarme meditando en el andén)
Seguiré retransmitiendo. Un abrazo a
todos.
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