lunes, 3 de septiembre de 2012

Primera etapa: Tokyo-...-Kyoto


¡Hola a todos! Os voy a decir por qué creo que soy gilipollas:

Día 28, primer tren del viaje, primer shinkansen de mi vida, billete reservado, todo perfecto. Llego media hora antes a la estación, desayuno y como me sigue sobrando tiempo, me bajo al andén.

Me gustan los trenes. Eso es un hecho. Y montar en shinkansen ha sido un sueño desde hace mucho tiempo. Por lo que para ahorrar tiempo, me puse a mirar los trenes pasar.

En esto que llega un shinkansen al andén, y yo pensando: “joer...qué bonito es, de verdad, rápido, preciso, exacto, elegante, hasta el sonido que hace es bello, la gente sube y baja de manera ordenada en este milagro del transporte...ahora se pone en marcha, qué sonido, ¡qué sonido!” Y el tren se va.

Bueno, ese era el tren que tenía que haber cogido, me di cuenta 3 segundos más tarde. Perdí el tren con el que inaguraba el viaje por quedarme contemplando el tren. Casi me hago el harakiri allí mismo por gilipollas.

Afortunadamente, llevaba el tiempo holgado, así que el siguiente shinkansen Asama me llevó a mi destino sin más contratiempos =)


Contado esto, he visitado en estos días Matsumoto, senderismo de Magome a Tsumago, Takayama, Shirakawa-go, Kanazawa, Hikone y ahora estoy en Kyoto.

Me he encontrado desde un pueblo conservado a la perfección como si fuera el periodo Edo (hasta sin farolas ni postes de teléfono que lo estropeen) donde un ancianito me invitó a pasar a su casa simplemente a que la viera por dentro, a que me tomara algo y descansara un poco; hasta sitios tan turísticos que parecía un zoo de asiáticos y europeos; pasando por casas de samuráis y jardines de ensueño; todo ello sazonado con la belleza japonesa de unas poquitas gotas de lluvia, un calor que desmaya, naturaleza impresionante, castillos de leyenda y una gente tan amable que merece el monumento más grande del planeta.

Estuve en un par de Guest Houses, donde conocí a gente de Francia, Taiwan, Japón e Inglaterra, cenamos todos juntos y me contaron experiencias muy curiosas. Sí, cada uno tiene su historia, y que los demás te cuenten la suya propia ante un pedazo de okonomiyaki es una gozada. Donde estoy alojado en Kyoto, aunque el personal del alojamiento es un poquito idiota, tengo una habitación con tatami, que sinceramente, lo amo con todas mis fuerzas.

De cualquier manera, por ahora ha sido una maravilla ir desde Tokyo hasta Kyoto, pasando por el Japón profundo que pretendía encontrar en este viaje, y encima, en tren (si es que no lo pierdo por quedarme meditando en el andén)

Seguiré retransmitiendo. Un abrazo a todos.

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